La violencia y abuso que ejerce el hombre sobre los animales, estructura una relación en la que estos últimos son reducidos y sobajados. Esto puede explicarse con lo que los autores llaman asunción disfuncional del poder de las sociedades humanas -que se refiere a la estructuración de las relaciones de poder que se establecen en una sociedad- aunque se ha criticado e incluso existen prácticas de desestructuración, no se ha señalado el carácter inequitativo e injusto de las relaciones de poder del hombre con el medio ambiente y con la vida en general, particularmente en lo relativo a los animales. Se parte de la idea crítica de que el cambio social puede operarse también, si se adopta una visión que respete la vida de los animales, visión que habría que exigirle a la ética y a la ciencia. Sabemos que tradicionalmente la ética sólo considera al hombre como habitáculo del respeto, la autonomía, la dignidad y los valores pero -a favor del conocimiento científico- ha usado animales para experimentación, así como a otros seres humanos.
En palabras de los autores: “La visión que aquí defendemos supondría introducir de forma contundente la defensa de los intereses de los animales, al margen de los intereses humanos, tanto en el debate bioético como en el socioético.” Se trata, en todo caso, de poner en cuestión el discurso que legítima la pretendida superioridad del hombre respecto del resto de formas vivas que habitan el planeta”.