“En estos tiempos, donde las disparidades sociales son cada vez más dolorosas y más visibles, la medicina debería combinar lo científico, lo humano y lo social por partes iguales. Inmenso reto.” Esta reflexión la expresa Arnoldo Kraus en la Carta 1 del texto: Una receta para no morir1. El médico, agrega, tiene un quehacer humano y su profesión debe tener nexos estrechos con la ética, como disciplina que procura el bien para los más y el mal para los menos. En relación con lo anterior plantea, en la Carta 2, que cuando se establece entre médico y enfermo una relación empática el resultado es magnífico, ya que el enfermo tiende a “depositarse” en quien lo escucha, sin condiciones, por la confianza que le inspira esa relación. De esta manera, el médico además de curar, acompañar y consolar podría ser un ente que contribuya a diseminar ideas como moral, justicia, equidad y podría ayudar, aunque sea un poco, a modificar algunas conductas de la sociedad o de los gobiernos. “Al hablar de justicia, equidad, dignidad y salud, la medicina debería semejarse a las artes”.
1Kraus Arnoldo. Una receta para no morir. Editorial Alfaguara. Primera edición 2005. México, p. 13-28.